domingo, 23 de febrero de 2014

jueves, 20 de febrero de 2014

Destripando... Philomena

Philomena cuenta la historia de una mujer irlandesa que, en la década de 1950, queda embarazada. Su padre la envía a un convento donde es cuidada por las monjas; allí da a luz a un niño, Anthony. Para pagar los costos del parto y la manutención, tiene que trabajar duramente durante cuatro años pero, a los tres años, las monjas dan al niño en adopción. Philomena nunca olvidará a su hijo y cincuenta años después reemprende su búsqueda con la ayuda de un periodista.


Philomena se centra en la historia real de Philomena Lee, una mujer que después de cincuenta años decide volver a buscar a su hijo perdido. Además, se basa en el libro del periodista Martin Sixsmith (el mismo que la ayudó) titulado The lost child of Philomena Lee en el que, a partir de este caso, narra la historia de muchas jóvenes irlandesas cuyos hijos fueron dados, o simplemente vendidos, en adopción durante las decadas de 1950 y 1960.

Aunque dirigida por Stephen Frears y protagonizada por Judi Dench y el cómico inglés Steve Coogan, no se trata de una superproducción sino más bien de una película pequeña, producida por la BBC, y que se ha colado en los Oscars con cuatro nominaciones (Mejor película, Mejor actriz, Mejor guión adaptado y Mejor Banda Sonora). De hecho, se trata de una película intimista que se centra en la búsqueda del hijo, y que tiene dos partes diferenciadas pero de manera muy sutil: en la primera parte vamos conociendo la historia pasada de Philomena, todo lo que sucedió, a la vez que comienza la búsqueda, mientras que en la segunda parte se centra en la historia del hijo, su vida en Estados Unidos.



Todo el peso de la película recae en la pareja protagonista, Judi Dench y Steve Coogan. Judi Dench está enorme en la frágil Philomena que tiene la fuerza y la perseverancia de buscar a su hijo, sin dejar de ser una mujer sencilla que se asombra con el servicio que ofrecen en primera clase de un avión o la comida de un hotel. Y que es capaz de perdonar porque, como dice en cierto momento, no quiere acabar amargada y frustrada por el pasado. Enfrente, se halla el contrapunto, un sorprendente Steve Coogan que ejerce de periodista defenestrado y amargado, como bien le muestra Philomena, que toma la historia sin interés al comienzo pero que se involucra y busca lo mejor para ella. Es una película que te emociona muy mucho y siendo como es un drama no abusa de las situaciones dramáticas ni busca la lágrima fácil; en este sentido, la dirección de Stephen Frears es de lo mejorcito, narrando la historia de manera natural sin grandes golpes de artificio dramático y que estos surjan como la vida misma.

Compuesta por Alexandre Desplat, la música es de los mejores elementos que contiene la película. Como decía hace cosas de un mes al hablar de las nominaciones, esta la sexta nominación al Oscar del francés para un trabajo impecable. Se trata de una banda sonora llena de temas sencillos, que no simples, cuasi minimalistas al estilo de Nyman que transmiten tanto el carácter del personaje principal como sus vicisitudes sin llegar al dramatismo. Contrasta el tema principal, lleno de vitalidad y de la fuerza de Philomena, con otros más oscuros sobre todo en los que hacen referencia a su estancia en el convento. Me gustaría que se llevase el Oscar aunque se que lo va a tener muy pero que muy complicado. Aquí si quieren escuchar la banda sonora completa.






lunes, 17 de febrero de 2014

Colaboraciones

Por si no lo sabían ni se habían dado cuenta de aquí para atrás, el que escribe es un gran fan de la Historia. Así en mayúsculas. De hecho, no sólo fan sino que hice la carrera en la Universidad, que anda no tuve que aguantar comentarios si de eso se comía, que si servía para algo, etc etc. Afortunadamente, no por parte de mis padres, porque ellos pensaban que si quería hacerlo, y era algo que tenía bastante claro desde pequeño, pues que la hiciera. Que ya encontraría la manera de ganarme las lentejas, como así ha sido después.

Cambio totalmente de tercio. Desde que empecé a salir con J. tenemos un buen colega en Lanzarote que tenía una página en Internet en la que ofrecía abundante información sobre la isla. Por desavenencias y problemas que tuvo con su entonces socio, decidió acabar aquella etapa y abrir una nueva página web, en la que incluía datos de la isla (donde comer, alojamientos, rutas turísticas, qué visitar, etc), aunque esta vez dándole un enfoque más literario y periodístico, si se quiere. De hecho, ha incluido una serie de blogs en la misma página con el fin de enriquecerla con otros puntos de vista. Desde ya mismo les animo a que visiten la página Lanzarote3 para que algún día se vengan a visitar la isla, que bien merece una estancia de unos días.

Volviendo a lo mio. De la unión de la idea de este amigo y la afición del que escribe, nació la idea de escribir un blog con retazos de la Historia de Lanzarote, así en mayúsculas. Pequeñas entradas con información sobre algunos de los aspectos menos conocidos de la historia conejera. Sobre sus edificios más curiosos, sobre sus gentes, sobre las hazañas que allí han ocurrido. Así nació Rubicón, ese blog de historia con la única pretensión de dar a conocer la pequeña y gran historia de Lanzarote. Así que, si les apetece y tienen curiosidad, dense una vuelta y curioseen que ya se ha publicado la primera entrada. Y ya de paso aprovechen para ver el resto de la página, seguro que no les decepcionará y les picará el gusanillo para ir.



martes, 11 de febrero de 2014

Rutinas

Últimamente no le he dedicado demasiadas líneas a escribir de uno mismo en este blog porque, francamente queridos lectores, tampoco es que haya demasiado que contar. Y digo demasiado siendo extremadamente generoso porque mi vida en esta época es bastante rutinaria, de lo más normalita y sin apenas sobresaltos. 

Si por mi fuera estos meses de invierno seguiría la misma vida que los osos, es decir, plena hibernación. Domitar a pierna suelta durante semanas mientras los días grises se suceden y el frío campa a sus anchas debería ser una opción en estos momentos. En cambio, ahí sigo con mis clases de inglés (que me han dado algunas notas de orgullo y satisfacción ya que, sin ser de matrícula, no están mal para el tiempo que le dedico), con mis viajes de ida y vuelta a Coruscant o, cuando toca, recibir con los brazos abiertos a mi chico y socializar y confraternizar los fines de semana con los amigos. Lo que implica constantes cuchipandas, que si un almuerzo por aquí, que si un picnic campestre por allá, y que no están ayudando en absoluto a conseguir mis objetivos para la Operación Bikini 2014.

Por no hablar de cuando ataca esa inmisericorde hija de la gran chingada que es la migraña, como ocurrió este fin de semana pasado. Al menos no tuve que recurrir a ir a Urgencias aunque después de dos días mi cuerpo tenía tanta química como la que creaban Walter y Jesse en Breaking Bad. Mientras tanto, sólo me quedan unos días para volver a hacerme un nuevo escáner, esta vez con contraste, para mantener controlado aquel quiste aracnoideo que me hallaron en el anterior.

Eso si, tengo un par de proyectos de colaboración en marcha que espero poder contar pronto por aquí. Pero eso será más adelante. Ahora una poca de música...


martes, 4 de febrero de 2014

Engañando al ojo humano

Uno de los apartados que más sigo y me gustan de los Oscars es el de los efectos especiales. Desde siempre me ha atraído todo lo concerniente al trucaje o cómo conseguir pasar por una cosa real algo que no existe. Eso es más evidente en determinados géneros como la ciencia ficción, en cuyas películas se "notan" los efectos especiales. Lo cual no quiere decir que sea malo, lo que resulta llamativo es la presencia de naves espaciales, especies que no existen y determinados efectos que presenciamos (no sólo visuales sino también sonoros). 

En los últimos años, con el enorme desarrollo de las tecnologías digitales, cada vez resulta más complicado detectar los efectos especiales. Porque ya no se utilizan simplemente para desplegar nuestra imaginación con la evocación de mundos inexistentes sino para reimaginar, reinventar o sencillamente ambientar ciertos momentos que, sin ellos, sería excesivamente costoso o complicado. No sólo estoy hablando de películas de épocas pretéritas, como la antigua Roma por poner un ejemplo, sino también en la actualidad. O es que piensas que en una película como El lobo de Wall Street no cuenta con sus efectos especiales. Pues ponte cómodo y disfruta de cómo el ojo siempre puede ser engañado.




Ya he dicho más de una vez, y vuelvo a reiterarme, que hay gente con mucho tiempo libre. Entre eso y el uso de la tecnología para disfrutar, pues siempre te encuentras con pequeñas joyas. Como este video que ha montado el dueño con los ganadores de los Oscar de efectos especiales desde el año 1977, cuando se lo llevó La guerra de las galaxias, hasta el año pasado. ¿Sabrías adivinar las películas por las imágenes sin consultar el listado final? Vamos a probar...